Una vez conocí a una chica especial. Su nombre tenía que ver con el mar, y puede que eso fuera casual o no, pero lo cierto es que las mareas, las corrientes, el hielo y los icebergs eran parte de ella.
Su vida, la vida de la chica llena de mar, en los últimos tiempos fue algo turbulenta. "Desembocaduras", así llamaban a esos tiempos sus allegados, cuando se referían a ríos inesperados que llegaban a su vida.
Su corazón, el de la chica llena de mar, en los últimos tiempos sufría mareas inesperadas, crujidos en la base... algo que hacía cada vez más fuerte la corriente.
Cuanto más tiempo pasaba más se asemejaba a un iceberg, iba construyendose capas y capas de hielo, cada vez apretaba su corsé más fuerte, cerraba más los cuellos de sus vestidos. Cada vez estaba más bajo el hielo.
Pero como todo el mundo sabe el hielo acaba por deshacerse con un poco de calor, así, un día, decidió que la misma corriente que la arrastraba hielo abajo, podía impulsarla hielo arriba.
Un proceso de rotura, de rasgados y de renacimiento se apoderó de ella. Ni un sólo corsé más, ni un poco más de hielo encima.
No sabía donde le llevaría la corriente, pero si sabía que esta vez era ella quien llevaba el timón.
El mar estaba en calma, y con él, ella.
Y esque, como alguien dijo alguna vez... "Y ninguna persona en edad adulta comprenderá jamás que estas cosas sean verdaderamente importantes".
Para la otra Señorita M, o N, lo que prefieras. Te voy a echar de menos.