Con las maletas recién deshechas y un pequeño mapa en las manos, se decidió a pasear por el famoso SoHo.
Todo era tan grande como pensaba: las calles anchas donde la gente caminaba ajenas a si era peatonal o no, los edificios grandes y repletos de escaleras de emergencia, las tiendas variopintas donde se mezclaba la crema de cacahuetes con la tortilla de patatas importada...
Tenía una pinta un poco afrancesada con esa boina roja, pero su sueño desde pequeñita era pasear por New York con una boina roja, y ahora que era adulta no iba a romperle el corazón a su parte enana.
Se miraba en los reflejos de los escaparates y sonreía observando a través de los cristales las barberías que hasta ese momento solo había visto en las películas, con su chisme redondo bicolor girando a toda velocidad.
Ya casi eran las ocho, las farolas de Manhattan empezaban a encenderse en ese frío mes de febrero. Fue al cruzar la calle Cincuenta cuando lo vió al otro lado, observando un minúsculo mapa de metro a la luz de su movil.
¿Como era posible? con lo grande que era el mundo... ¿encontrarselo precisamente a él?
Se miraron a los ojos a eso de las siete y cincuenta y dos en la acera de la izquierda de la calle cincuenta y no pudieron evitar sentir en los oídos el latido rompedor de sus corazónes.
El mundo era grande, pero no tanto.
Todo era tan grande como pensaba: las calles anchas donde la gente caminaba ajenas a si era peatonal o no, los edificios grandes y repletos de escaleras de emergencia, las tiendas variopintas donde se mezclaba la crema de cacahuetes con la tortilla de patatas importada...
Tenía una pinta un poco afrancesada con esa boina roja, pero su sueño desde pequeñita era pasear por New York con una boina roja, y ahora que era adulta no iba a romperle el corazón a su parte enana.
Se miraba en los reflejos de los escaparates y sonreía observando a través de los cristales las barberías que hasta ese momento solo había visto en las películas, con su chisme redondo bicolor girando a toda velocidad.
Ya casi eran las ocho, las farolas de Manhattan empezaban a encenderse en ese frío mes de febrero. Fue al cruzar la calle Cincuenta cuando lo vió al otro lado, observando un minúsculo mapa de metro a la luz de su movil.
¿Como era posible? con lo grande que era el mundo... ¿encontrarselo precisamente a él?
Se miraron a los ojos a eso de las siete y cincuenta y dos en la acera de la izquierda de la calle cincuenta y no pudieron evitar sentir en los oídos el latido rompedor de sus corazónes.
El mundo era grande, pero no tanto.
Hace más de un año mi querido amigo Alberto se fue bien lejos (a Australia ni más ni menos). Alberto estudió conmigo ilustración, siendo una de aquellas personitas especiales con las que compartí algo más que cuatro paredes. Hace unos meses decidimos iniciar un blog conjunto que en marzo se quedó en pause, ya que el otro contribuyente se quedó sin internet y sin ordenador, y en las antípodas.
Ahora (con internet y ordenador) el blog vuelve a estar en marcha. En él encontrareis cada lunes un texto, ilustrado por los dos a la vez. Así vereis dos interpretaciones de una misma palabra, dos puntos de vista, dos mentes.
Reinaguramos el blog por mi parte con este texto y esta ilustración. Porque en el fondo ni la distancia ni el tiempo suelen importarle a los corazones obcecados.
Ahora (con internet y ordenador) el blog vuelve a estar en marcha. En él encontrareis cada lunes un texto, ilustrado por los dos a la vez. Así vereis dos interpretaciones de una misma palabra, dos puntos de vista, dos mentes.
Reinaguramos el blog por mi parte con este texto y esta ilustración. Porque en el fondo ni la distancia ni el tiempo suelen importarle a los corazones obcecados.
Pues benditos sean los encuentros inesperados y los corazones sorprendidos! No hay nada como una buena ración de borrasca emocional para sentirse vivo.
ResponderEliminarEstas iniciativas siempre me han parecido geniales, deberíamos tomar nota.
Uf, que chiquilla más cubrida, con el calor que hace. Tiene hasta colores otoñales. Esperemos ver más de estos en septiembre, en lugares afrancesados.
ResponderEliminarMe alegro que hayais vuelto a tener contacto :).
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Seguro que ahora cogéis el blog con más ganas... Estaré al tanto. Por cierto, me encanta Marlango.
ResponderEliminarUn besote
me gusta el pequeño cambio de registro en esta ilustracion, a lo mejor no lo has hecho aposta o a lo mejor es que es muy temprano y son mis legañas que me hacen ver cosas raras. Me gusta de todas formas! y estoy de acuerdo con alguien de arriba, hace mucho calor para tanta ropa! pobreta!
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